Adolfo
Suárez González, sebe ser sin dudas el político más representativo de la transición
española, es quien tuvo la hidalguía de asumir ese desafío a fines de los años
70, sin titubear ni reclamar auxilio, sino más bien se enfrentó a sí mismo, a
su historia y quienes deseaban que la nueva España, no fuera sino una caja de
resonancia del franquismo.
Se
equivocaron quienes vieron en aquel entusiasta ciudadano de Ávila un
continuador de esa larga dictadura, ya que Adolfo Suárez, fue el político que
ha hecho los cambios más profundos en España, es quien lideró la nueva
Constitución y con ello la democracia, es quien se enfrentó a una gran mayoría
legalizando el Partido Comunista Español (PCE), y en esos mismo años forzó el
debate para llevar a las Cortes, una ley de divorcio. Así es, este político, a
que todos creían que sería el más franquista de todos, tuvo claro su lugar en
la historia y no sólo la enfrentó, sino que también la sumió con honores.
Este
lugar es solamente de unos pocos, porque no todos los que les toca liderar
procesos tan complejos como el retorno a la democracias de sus naciones, saben
cumplir fielmente su cometido, el mínimo el número de quienes demuestran de que
están hechos, es acá donde el Duque de Suárez tiene su lugar, como también lo
tienen Nelson Mandela en Sudáfrica y Patricio Aylwin en Chile.
Cuando
los tiempos no lo acompañaban las querellas internas fragmentaban su coalición
política, Adolfo Suárez no dudó en un segundo y presentó su dimisión al mando
del Gobierno, para evitar un quiebre democrático. Lo que no sabía es que este
quiebre ya se estaba fraguando y desembocó en el aquel 23 de febrero de 1981, o
más conocido como el 23-F, donde un teniente coronel quiso que la democracia en
España fuera sólo un paréntesis, pero nuevamente ahí estaba Suárez para
enfrentarse con los golpistas y no amilanarse, las mejores escenas en defensa
de la democracia, de esa jornada la dieron Suárez y su ministro de defensa, el
general Gutiérrez Mellado, quienes en ningún momento vacilaron y se mantuvieron
indemnes frente a quienes querían instalar la felonía en España.
Sus
últimos años, los pasó en el olvido, no porque la gente no lo recordara sino
porque Suárez sufrió de Alzheimer, y una vez más enfrentó una dura batalla, que
esta vez la dio por inercia, ya tan acostumbrado a dar largas e injustas
peleas.
Su
recuerdo será el de un demócrata, que supo llevar la concordia a una nación
fragmentada, que supo llevar la paz a una sociedad en duelo, que supo ir más
allá porque había que recuperar el tiempo perdido.
Otoño
de 2014
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